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Donald Trump cancela visas en castigo a quienes no se alinean a su agenda

  • Redacción/Más Mexicanos Que Nunca
  • 28 may
  • 2 Min. de lectura

Donald Trump ha convertido las visas en un arma de presión política. No importa si eres  estudiante, activista o presidente: si incomodas a su agenda, te cierran la puerta.
Donald Trump ha convertido las visas en un arma de presión política. No importa si eres  estudiante, activista o presidente: si incomodas a su agenda, te cierran la puerta.

Donald Trump le ha cancelado la visa al cantante Julión Álvarez y la Gobernadora de Baja California, Marina del Pilar, así como su esposo, Carlos Torres Torres. Pero no son las únicas figuras políticas y públicas, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, podría ser uno más.

Durante un consejo de ministros, a finales de abril, el Presidente colombiano dijo que, al parecer, la administración de Donald Trump le había retirado el visado.



Al respecto de este caso, la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Tammy Bruce, dijo en una conferencia de prensa que la administración Trump no comenta casos de visas individuales, pues sus registros son confidenciales. No lo confirmó, pero tampoco lo negó.


La supuesta revocación de la visa habría ocurrido después de una crisis diplomática entre ambos países. En enero, Gustavo Petro se negó a recibir a personas migrantes colombianas deportadas, por el trato indigno que les estaban dando. La gente iba esposada y de eso el gobierno estadounidense tomó imágenes y las presumió en redes.



En respuesta, Trump amenazó con imponer aranceles de hasta el 50 por ciento y suspender visas a funcionarios colombianos. Finalmente, ambos gobiernos alcanzaron un acuerdo y Colombia aceptó recibir a las personas migrantes, pero en condiciones dignas.



Más allá de estos casos recientes en Colombia y en México –el de Julión Álvarez, la Gobernadora y su esposo–, Estados Unidos ha utilizado el sistema de visas como herramienta geopolítica. Es decir, para presionar a políticos o activistas que van en contra de sus intereses.

Pero Donald Trump está abusando de esta práctica. Con el pretexto de la seguridad nacional, su objetivo últimamente no sólo han sido políticos, sino estudiantes. Hasta abril pasado, había cancelado más de mil 500 visas de estudiantes de otros países, la mayoría por sus posturas pro-Palestina o por criticar las políticas del actual Gobierno.



El uso geopolítico de las visas no sólo ha sido con la revocación, sino otorgándolas o de plano saltándose este paso migratorio para conceder la residencia. Tal fue el caso de la Ley de Ajuste Cubano, creada en 1966.



Esta legislación permitía a migrantes de Cuba convertirse en residentes permanentes de Estados Unidos, aunque no hubieran ingresado al país de manera legal. El refugio que les otorgó no fue por razones humanitarias, sino para atraer a quienes se opusieran a la Revolución Cubana, al derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista y estuvieran a favor de la intromisión estadounidense.



En 2017, Barack Obama puso límites a esa ley que, durante 50 años, recibió casi a todos y todas las personas cubanas que les ayudara a continuar con el relato estadounidense para mantener el bloqueo económico.


Ahora, Donald Trump está recurriendo a la cancelación de visas como medida coercitiva. No importa si verdaderamente tienes vínculos con el narcotráfico, eres estudiante o activista: si incomodas al poder de Trump, el castigo puede llegar en forma de “visa revocada”. Porque en el fondo, no se trata de seguridad, sino de obediencia. Siempre hay gente —y presidentes— como Trump, que creen que si no los aplaudes, no mereces ni pisar su país.

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