Ghislaine Maxwell es un cabo suelto. Sabe todo sobre Epstein, Trump y más
- paulette solano
- hace 5 días
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“Una pregunta”, escribió Jeffrey Epstein a Ghislaine Maxwell el 23 de mayo de 2008. “¿Qué prefieres: una conducta lasciva y lujuriosa o captar menores para la prostitución?”. En aquel momento, revela Bloomberg que tuvo acceso a los correos entre ambos, Epstein estaba a punto de cerrar un acuerdo con las autoridades federales y estatales de Florida, y por lo mismo intentaba negociar los cargos estatales de los que se declararía culpable. La respuesta de Maxwell fue: “Supongo que conducta lasciva y lujuriosa... Preferiría una conducta lasciva y lujuriosa con una prostituta, si fuera posible”.
Un mes después, Epstein se declaró culpable de dos cargos estatales en Florida: incitación a la prostitución y captación de menores para la prostitución, un delito grave. También se registró como delincuente sexual. El caso se dio por zanjado y Epstein pasó 13 meses en prisión, aunque podía abandonar la prisión doce horas al día, seis días a la semana, para ir a trabajar a su oficina en Florida.
Su suerte y la de Maxwell cambiaron una década después, en 2019, cuando fiscales federales presentaron cargos contra Epstein por tráfico sexual de menores y por conspiración de tráfico sexual, acusaciones que no llegó a enfrentar en un juicio al presuntamente suicidarse en agosto de 2019 en su celda, en una prisión de máxima seguridad en Manhattan.
Por lo mismo, hoy en día Ghislaine Maxwell, una exsocialité con triple nacionalidad británica, francesa y estadounidense, se ha convertido en una testigo clave en el caso Epstein, una trama que tiene en problemas al Presidente Donald Trump a raíz de la publicación de una serie de correos que sugieren que sabía de los abusos a menores que Epstein perpetró durante años con la ayuda de Maxwell, quien se encuentra actualmente en prisión cumpliendo una condena de 20 años por conspiración para traficar menores.
Ghislaine ha intentado distanciarse de Epstein. Ha dicho que fue novia del depredador sexual y luego administradora de las lujosas casas de la marca en todo el mundo, pero ha afirmado que no estaba al tanto de la red de tráfico sexual, algo que contradicen los testimonios de las víctimas.
Bloomberg reveló en septiembre pasado cómo cientos de correos electrónicos de la cuenta personal de Yahoo de Epstein revelan que Maxwell y Epstein eran más cercanos de lo que cualquiera de los dos admitió públicamente. Maxwell, por ejemplo, abrió al menos una cuenta bancaria en el extranjero utilizando una de sus direcciones, figuraba como directora en una de las principales empresas generadoras de ingresos de Epstein y negoció acciones de una compañía en la que ambos tenían inversiones, detalles que no se habían publicado anteriormente.
Ambos incluso hablaron de someterse a un tratamiento de fertilidad conjunto, mucho después de que Maxwell afirmara haberse distanciado de él. También intercambiaron correos electrónicos sobre cómo desacreditar a las mujeres que los acusaban, incluyendo un intercambio en el que Maxwell afirmó que planeaba difundir información comprometedora sobre una de las víctimas de abuso sexual de Epstein.
Lo cierto es que la justicia estadounidense determinó cómo desde al menos 1994 hasta aproximadamente 2004, Ghislaine Maxwell colaboró, facilitó y participó en los abusos sexuales de menores cometidos por Jeffrey Epstein. Entre otras cosas, ayudó a Epstein a reclutar, preparar y, finalmente, abusar de víctimas menores de 18 años.
Las víctimas tenían tan sólo 14 años cuando fueron captadas y abusadas por Maxwell y Epstein. Como parte de su plan para cometer estos abusos, Maxwell y Epstein las incitaron a viajar a las residencias de Epstein en diferentes estados, sabiendo Maxwell que esto resultaría en su preparación y posterior abuso, de acuerdo con la acusación de la Fiscalía federal del Distrito Sur de Nueva York.
De hecho, fue Ghislaine Maxwell quien creó en 2003 el infame libro para el cumpleaños 50 de Epstein solicitando homenajes a los amigos y socios del financiero, entre ellos el Presidente Trump, quien incluso demandó a The Wall Street Journal por difundir esta información. Según documentos revisados por este medio, Maxwell recopiló cartas de Trump y de docenas de otros asociados de Epstein para este álbum.
Hoy en día, algunos reportes señalan cómo Ghislaine Maxwell buscaría una reducción de su condena a través de un pedido de Trump, a quien ha buscado desvincular de la trama Epstein, de la que ella también ha buscado desligarse sin éxito.
De socialité a depredadora sexual
Ghislaine Maxwell creció entre lujos gracias a su padre, Robert Maxwell, el acaudalado propietario del conglomerado mediático británico The Mirror Group. Sin embargo, sus primeros años vivió sin la atención de sus padres. La BBC recuerda que tres días después de que naciera, en la Navidad de 1961, el coche en el que viajaba su hermano Michael, de 15 años, chocó contra un camión en una carretera de Oxfordshire con niebla. Michael Maxwell pasó los siete años restantes de su vida en coma.
“Aunque había nacido en la opulencia material, según todos los testimonios, los primeros años de Ghislaine Maxwell estuvieron marcados por la negligencia emocional. Betty, su madre, admitió más tarde en sus memorias que, tras el accidente de Michael, sus padres, devastados, apenas le prestaron atención al bebé”, relata la BBC.
Un día de 1965, según el relato de su madre, Ghislaine Maxwell, de tres años, se puso frente a ella y exclamó: “¡Mamá, existo!”. “Betty también creía que la pequeña había desarrollado anorexia. Para compensarlo, a partir de entonces, ambos padres se fueron al extremo opuesto y comenzaron a prodigarle afecto a su hija menor”, señala la cadena británica.
Años después, otra tragedia enmarcada en una trama de corrupción marcaría de nueva cuenta su vida. Fue en 1991 cuando su padre murió tras caer de su yate, el Lady Ghislaine, frente a las Islas Canarias. Tras su muerte, la fortuna familiar de los Maxwell se esfumó casi por completo al descubrirse que Robert Maxwell había malversado cientos de millones de libras del fondo de pensiones de The Mirror Group.
Su padre es descrito como un empresario tachado de matón que en casa maltrataba a sus hijos física y verbalmente, aunque Ghislaine era su favorita. De hecho, Ghislaine Maxwell defendió a su padre del fraude que cometió. “No era un delincuente”, declaró a Vanity Fair a principios de 1992. “Para mí, un ladrón es alguien que roba dinero. ¿Creo que mi padre hizo eso? No. No sé qué hizo. Obviamente, algo pasó. ¿Se lo quedó él? ¿Se fugó con el dinero? No. Y esa es mi definición de delincuente”.
Ghislaine Maxwell se mudó a Nueva York, donde lo mismo se le vio en una fiesta para celebrar la primera investidura de Bill Clinton, que en una fiesta de Halloween con temática sadomasoquista donde fue vista con el príncipe Andrés.
Durante la entrevista con el fiscal general adjunto Todd Blanche en julio, Maxwell declaró que conoció a Epstein, quien dirigía una empresa de gestión patrimonial, en 1991 a través de una amiga en común.
Tras la muerte de su padre, según contó, él le pidió ayuda para encontrar y decorar una casa en Manhattan. Poco después, iniciaron una breve relación sentimental. Tras su ruptura, Epstein la mantuvo en nómina como administradora de propiedades, supervisando las operaciones de sus residencias en Nueva York, París, Nuevo México y Palm Beach, donde había adquirido un complejo frente al mar de 2,5 millones de dólares a unos tres kilómetros de Mar-a-Lago, la residencia de Trump.
“La relación de Ghislaine Maxwell con Epstein fue, sin duda, mutuamente beneficiosa. Ella podía presentarle a sus amigos ricos y poderosos; él, a su vez, tenía el capital para financiar el estilo de vida que ella esperaba desde niña”, señala la BBC.
El trabajo de Maxwell consistía en asegurar que el entorno de Epstein funcionara a la perfección. Contrataba a los decoradores, jardineros y chefs que trabajaban en las casas de Epstein, así como a los constructores y arquitectos que se encargaban de las propiedades en construcción. También le recordaba a Epstein los cumpleaños de sus asistentes o que debía pagar la paga extra de Navidad de su mayordomo, según muestran los correos electrónicos citados por Bloomberg.
Una empleada doméstica testificó que Maxwell entregó al personal un manual de instrucciones de 58 páginas y les ordenó que sólo hablaran cuando ella les dirigiera la palabra, evitando el contacto visual con Epstein.
La fiscalía presentó su cercanía como un factor crucial en el patrón de abuso, en el que Ghislaine Maxwell buscaba y preparaba a las víctimas para Epstein.
De hecho la acusación federal señala que Maxwell atrajo y manipuló a menores para abusar de ellas de diversas maneras. Por ejemplo, intentó ganarse la amistad de algunas víctimas preguntándoles sobre sus vidas, sus escuelas y sus familias, y llevándolas al cine o de compras. También las familiarizó con la conducta de Epstein simplemente estando presente durante sus interacciones con él, lo que las tranquilizaba al brindarles la seguridad y el consuelo de una mujer adulta que aparentemente aprobaba su comportamiento, refiere la misma acusación.
Además, Epstein se ofreció a ayudar a algunas víctimas pagándoles viajes además de diferentes oportunidades educativas, ante lo cual Maxwell animó a algunas a aceptar su ayuda. Como resultado, las víctimas se sintieron en deuda y creyeron que Maxwell y Epstein intentaban ayudarlas.
La Fiscalía señala que Maxwell estuvo presente en algunos episodios de abusos, participando incluso en estas agresiones que ocurrieron en las residencias de Epstein en Nueva York, Florida y Nuevo México, así como en la residencia de Maxwell en Londres, Inglaterra.
Además, para mantener y aumentar su número de víctimas, Maxwell y Epstein también pagaron a algunas de ellas para que reclutaran a otras niñas para que fueran abusadas de manera similar por Epstein. De esta forma, Maxwell y Epstein crearon una red de víctimas menores de edad para que Epstein las explotara sexualmente.
En sus memorias póstumas llamadas Nobody's Girl, Virginia Giuffre, quien fuera víctima de la red de trata con fines sexuales de Jeffrey Epstein y quien se suicidó en abril pasado, reveló cómo Maxwell apareció en el balneario de Mar-a-Lago de Donald Trump, donde trabajaba de joven.
Ella afirma que Maxwell le pidió que acudiera a una entrevista de trabajo como masajista en una casa de Epstein. Giuffre afirma que la llevaron a una habitación donde Epstein estaba sin ropa y en donde ocurrió un primer abuso. Más adelante describe cómo Maxwell facilitó la presentación al príncipe Andrés en marzo de 2001. Ella escribe que Maxwell la despertó y le dijo que iba a ser un "día especial", que "al igual que Cenicienta" iba a conocer a un "príncipe apuesto".
Giuffre escribió en sus memorias que, incluso décadas después, recuerda cuánto temía tanto a Epstein como a Maxwell.
La conexión con Donald Trump
Ghislaine Maxwell dijo en julio pasado al Departamento de Justicia en su entrevista con Todd Blanche, el exabogado defensor de Trump que ahora ejerce como fiscal general adjunto, que nunca presenció nada indebido en la amistad de Donald Trump con Jeffrey Epstein
“De hecho, nunca vi al Presidente en ningún tipo de situación de masaje. Nunca presencié al Presidente en ninguna situación inapropiada de ninguna manera. El Presidente nunca fue inapropiado con nadie”, dijo Maxwell. “En las ocasiones en que estuve con él, fue un caballero en todos los aspectos”.
Trump ha declarado a la prensa que, si bien tiene la facultad de indultar a Maxwell, “ahora mismo sería inapropiado hablar de ello”.
No obstante, la columnista del New York Times, Michelle Goldberg, reveló hace unos días cómo a partir de esta entrevista Maxwell fue trasladada a una prisión federal de mínima seguridad en Bryan, Texas, un centro mucho menos restrictivo con fama de ser relativamente cómodo. “El traslado fue muy inusual porque, según la política de la Oficina de Prisiones, los delincuentes sexuales convictos como Maxwell no suelen poder optar al régimen de mínima seguridad”.
En esa prisión, ha recibido comidas personalizadas en su celda, se ha podido reunir en privado con familiares y otros visitantes e incluso se le proporcionan aperitivos y refrescos. Jamie Raskin, demócrata por Maryland, reveló que un informante facilitó al Comité Judicial de la Cámara de Representantes información sobre el trato especial que además permite que sus invitados puedan llevar computadoras, lo que le permitía a ella comunicarse con el mundo exterior sin autorización.
Los mismos reportes indican que Maxwell tiene acceso a la sala de ejercicios de la prisión después del horario habitual para que pudiera ejercitarse sola, y “se le permitía disfrutar del tiempo de recreo en zonas exclusivas para el personal”.
La difusión de estas comodidades se dio justo después de que se difundieran correos entre Epstein y Maxwell que se referían a Trump. “Quiero que te des cuenta de que ese perro que no ha ladrado es Trump”, escribió Epstein a Maxwell en 2011. Una de sus víctimas, escribió Epstein, “pasó horas en mi casa con él. Y nunca ha sido mencionado”. Maxwell respondió: “He estado pensando sobre eso”.
De hecho, en el infame libro de cumpleaños de Epstein que organizó Maxwell, Donald Trump le envió una tarjeta de cumpleaños por sus 50 años que decía: “Un amigo es algo maravilloso. Feliz cumpleaños, y que cada día sea otro maravilloso secreto”, junto a una silueta de una mujer desnuda. Trump negó el reportaje del Journal y demandó a la publicación.
The Economist apunta en ese sentido cómo algunos de los miembros más influyentes del movimiento MAGA, incluyendo al propio Trump y a JD Vance, generaron la expectativa de que, una vez que sus aliados estuvieran en el poder, revelarían archivos secretos que lo destaparían todo. Algo que no ha ocurrido.
Cuestionados en una encuesta de YouGov para The Economist, el 80 por ciento de los demócratas creen que el gobierno está encubriendo pruebas sobre Epstein, algo previsible dado que muchos de ellos también creían que el Presidente era un topo ruso. Más sorprendente aún es que la mitad de los republicanos coinciden.
Donald ha declarado que su amistad con Epstein terminó antes de que este fuera acusado de delitos sexuales. Maxwell, quien apeló su condena ante la Corte Suprema de Estados Unidos, declaró al fiscal general adjunto Todd Blanche en una entrevista en julio que nunca vio a Trump comportarse de manera inapropiada con Epstein.
Dicha entrevista tuvo lugar después de que el gobierno de Trump intentara calmar la indignación generada por su negativa a publicar los "archivos Epstein", que incluyen documentos de la investigación del FBI.
Goldberg sostiene en The New York Times que los correos electrónicos publicados recientemente no nos acercan mucho más a la comprensión de lo que Trump podría estar ocultando. “De hecho, un correo electrónico que Epstein envió unos meses antes de su detención en 2019 sugiere que, aunque Trump podría haber estado al corriente de los abusos a menores de Epstein, no participó en ellos.
“Nunca recibió un masaje”, escribió Epstein. Sin embargo, Epstein también parecía seguro de que sabía algo perjudicial sobre Trump. “Soy el único capaz de acabar con él”, dijo en un mensaje de texto de 2018 sobre Trump”.




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