La comida de los estadounidenses está en riesgo. Trump deja granjas sin manos: NYT
- Redacción/Más Mexicanos Que Nunca
- 29 jun
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La frontera sur de Estados Unidos está entrando en crisis. La persecución desatada por el Presidente ultraderechista Donald Trump está vaciando los campos de trabajadores migrantes. Las granjas necesitan mano de obra ya pero, atemorizados, los campesinos prefieren no salir de sus casas.
Pero muchos agricultores temen que alzar la voz los convierta en blanco del Gobierno, dice hoy un amplio reportaje de The New York Times. “Los republicanos conservadores de Texas, que controlan todas las ramas del gobierno estatal, han priorizado las leyes de inmigración agresivas y se han comprometido a apoyar a la administración Trump en sus medidas represivas. Pero los legisladores texanos han pasado por alto un detalle revelador: no han exigido a la mayoría de los empleadores privados que utilicen E-Verify, un programa federal que verifica el estatus migratorio de los trabajadores, una supervisión que no pasa desapercibida para los agricultores de la frontera. Esto significa que la mayoría de los empleadores en Texas no están obligados explícitamente a confirmar el estatus migratorio de los empleados”.
El autor del texto, Édgar Sandoval, inicia su historia con Alexandra, una inmigrante indocumentada de 55 años. Recientemente se dirigía a su trabajo en una plantación de sandías en la ciudad fronteriza de Edinburg, Texas, cuando su hijo mayor la detuvo. “Por favor, no te vayas. Te van a deportar”, le dijo.
“Su hijo le mostró entonces videos gráficos de agentes federales persiguiendo y esposando a migrantes aparentemente por todo el Valle del Río Grande de Texas. ‘Podrías ser tú’, dijo”.
Justo en estos días, The New Yorker publica un amplio ensayo firmado por Elizabeth Kolbert sobre cómo el mundo, no sólo Estados Unidos o México, se enfrenta a la amenaza de quedarse sin alimento. Hoy en día, hay unos 8 mil 200 millones de personas en la Tierra y se prevé que esta cifra aumente a casi diez mil millones para 2050. Científicos han predicho que “un trágico desajuste entre la oferta y la demanda mundial de alimentos para mediados de siglo” y “no estamos en condiciones de satisfacer las necesidades alimentarias futuras. Ni de lejos”.
Pero esto no parece importar al Gobierno de Trump. Ayer The San Bernardino Sun dio a conocer que agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) están irrumpiendo en iglesias de las ciudades de Montclair y Highland, en el sur de California, en busca de migrantes. Estos espacios tradicionalmente eran considerados refugios seguros para migrantes.
The San Bernardino Sun dijo que los agentes del ICE detuvieron a varias personas en el estacionamiento de la iglesia St. Adelaide en Highland. Ninguna de las personas aprehendidas era empleada ni estaba registrada como feligrés de la parroquia, según la información proporcionada por el medio local. Y otros agentes federales arrestaron a un devoto en la iglesia Our Lady of Lourdes (Nuestra Señora de Lourdes), ubicada en Montclair.
El reportaje de The New York Times recuerda que Donald Trump prometió supuestamente ya no atacar a los trabajadores se los sectores agrícolas y de servicios. Luego volvió a hacer. Las agresivas redadas migratorias en los centros de trabajo, dice el periodista, “han causado estragos en las industrias agrícolas de todo el país, donde alrededor del 42 por ciento de los trabajadores agrícolas son indocumentados, según el Departamento de Agricultura”.
“Pero quizás en ningún otro lugar el miedo entre los trabajadores agrícolas es más palpable que en las granjas y ranchos a lo largo de la frontera suroeste entre Estados Unidos y México, donde durante siglos los trabajadores han considerado la frontera más porosa que prohibitiva. Funcionarios de la administración se han comprometido a cumplir una promesa de campaña, otrora popular, de Trump de deportar a millones de trabajadores indocumentados, en lo que, según él, será la mayor deportación masiva en la historia de Estados Unidos. A medida que las redadas en lugares de trabajo han erosionado esa popularidad y provocado protestas furiosas en todo el país, la región fronteriza ha estado inquietantemente tranquila”, dice el texto del Times.
Nick Billman, propietario de Red River Farms, una empresa de productos de la granja a la mesa en Donna, Texas, le dijo al reportero: “En este momento, no tengo ningún trabajador. Tenemos que entender qué estamos haciendo, ¿sabes?”. A su vez, Elizabeth Rodríguez, activista del Ministerio Nacional de Trabajadores Agrícolas, explica: “La mayoría de los trabajadores aquí son residentes de larga data que, por alguna razón u otra, no tienen estatus legal. Y ahora les aterra ir a trabajar. Los campos están casi vacíos”.
“Los trabajadores indocumentados han sido durante mucho tiempo el sustento de las granjas a lo largo de la región fronteriza. En la encuesta más reciente publicada por el Centro Nacional para la Salud de los Trabajadores Agrícolas, alrededor del 80 por ciento de los trabajadores encuestados en el Condado de Hidalgo dijeron ser indocumentados. Y el condado, el más grande del Valle, como se conoce a la región, tiene más de 2 mil 400 granjas. Según el mismo estudio, los trabajadores agrícolas legales con visas H-2A, que permiten principalmente a ciudadanos mexicanos trabajar y vivir mientras laboran en el campo, representan sólo un pequeño porcentaje de la fuerza laboral”, recuerda el Times.
Elizabeth Rodríguez dice: “Claramente, estos agricultores necesitan a estos trabajadores. ¿Cómo van a conseguir los estadounidenses los alimentos que consumen?”
El periodista de The New York Times dice que miedo en la frontera se ha extendido mucho más allá de la agricultura. Cuenta de Rosy, una residente de 57 años de McAllen, Texas, quien le dijo que había dejado de ir a su trabajo de limpieza durante las últimas tres semanas porque estaba convencida de que los agentes de inmigración estaban al acecho por todas partes.
“Se esconde tras las ventanas cada vez que un desconocido llama a su puerta. Pidió que no se publicara su apellido porque lleva casi 25 años viviendo sin permiso en Estados Unidos. Lo peor, dijo, es que su hija, nacida en Estados Unidos, dejó la escuela de enfermería para trabajar como asistente médica y así mantenerla”, narra el reportero.
–Sé que a veces siento que estoy siendo paranoica –dijo Rosy a The New York Times, secándose las lágrimas–. Incluso cuando paseo a mis perros, los apuro cuando siento que todos los autos que pasan a mi lado pertenecen a agentes de inmigración. No puedo vivir así.
“Su miedo no es simplemente que la devuelvan a México. Dijo que le aterraba más ser secuestrada por agentes enmascarados que la enviaran a un tercer país con el que no tiene ninguna conexión. Esta política fue validada el lunes por la Corte Suprema”, agrega el reportero.
–Tengo familia en México, puedo quedarme con ellos. Pero no quiero dejar a mi hija.




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