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Miles dieron a EU sus mejores años. Ahora regresan a México sin ahorros o pensión

  • Redacción/Más Mexicanos Que Nunca
  • 27 jun
  • 6 Min. de lectura
Los inmigrantes indocumentados pagaron 8 mil 889 por persona en impuestos federales, estatales y locales en Estados Unidos durante 2022. En otras palabras, por cada millón de inmigrantes indocumentados que residen en el país, los servicios públicos reciben 8.9 mil millones en ingresos fiscales adicionales.
Los inmigrantes indocumentados pagaron 8 mil 889 por persona en impuestos federales, estatales y locales en Estados Unidos durante 2022. En otras palabras, por cada millón de inmigrantes indocumentados que residen en el país, los servicios públicos reciben 8.9 mil millones en ingresos fiscales adicionales.

Eduardo vende desde hace 50 años flores en Los Ángeles. El dinero que obtiene de su trabajo le permite pagar su alquiler, pero no más. Este migrante mexicano de 82 años no contaba con una pensión hasta que una activistas junto a una comunidad consiguió recaudar 20 mil dólares para que Eduardo pueda retirarse y viajar de regresó a México, para reunirse con su familia.


La situación por la que atraviesa Eduardo, de hecho, es una problemática que enfrentan cientos de miles de migrantes que trabajan y pagan impuestos en Estados Unidos, pero quienes carecen de pensiones y seguro médico. Un estudio reciente encontró que esto se debe en parte a que millones han trabajado en sectores con bajos salarios que carecen de estas prestaciones. Sin embargo, se han sacrificado y ahorrado para poder enviar remesas a México y apoyar a sus familiares. De hecho, innumerables trabajadores mayores continúan trabajando y remitiendo parte de sus ingresos mucho después de su jubilación.


“La población inmigrante mexicana residente en Estados Unidos está envejeciendo rápidamente, y muchos trabajadores mayores se enfrentan a la perspectiva de vivir su vejez sin el beneficio de una pensión ni ahorros suficientes”, expone el estudio elaborado por la Red Nacional de Jornaleros (NDLON) que encuestó a inmigrantes indocumentados mexicanos mayores de 62 años. “La mayoría de los inmigrantes mexicanos no son ciudadanos estadounidenses, y aproximadamente cinco millones de inmigrantes mexicanos indocumentados no tienen derecho a recibir pagos del Seguro Social, a pesar de que la mayoría de los trabajadores han cotizado al sistema. Muchos otros han trabajado en sectores donde las pensiones y los ahorros para la jubilación a través del empleador son escasos. Como resultado, muchos se ven obligados a seguir trabajando”.

Los resultados de este informe exponen que los inmigrantes indocumentados mexicanos consultados trabajan en su mayoría en sectores como la construcción, el trabajo doméstico (niñeras, personal de limpieza y cuidadores) y la restauración, así como en la producción agrícola y la manufactura. “Si bien la demanda de trabajadores en estos sectores es alta, los empleos suelen ser mal pagados y muy pocos ofrecen seguro médico u otras prestaciones”.


Los ingresos que obtienen en Estados Unidos han servido en su mayoría para apoyar a las familias en México a través de las remesas, que el 93 por ciento de los encuestados envió a México. Estas remesas ayudaron a padres (73 por ciento), hijos (51 por ciento), cónyuges (25 por ciento) y otros familiares y amigos (6 por ciento). Estos ingresos se utilizaron para pagar alimentos (62 por ciento); gastos médicos (61 por ciento); necesidades básicas (47 por ciento); compra, construcción o reparación de viviendas (38 por ciento); estudios escolares o universitarios (34 por ciento); para iniciar negocios (18 por ciento) y otros gastos, como los gastos funerarios.


Precisamente por eso, este informe plantea la necesidad de que tanto Estados Unidos como México implementen cambios en sus políticas que extiendan los beneficios de pensión a los inmigrantes indocumentados. “En Estados Unidos, los trabajadores no deberían enfrentar barreras legales estructurales para alcanzar la igualdad política y económica (por ejemplo, deberían poder acceder, como mínimo, a las cotizaciones a la Seguridad Social que han realizado), mientras que México debería poner la Pensión Bienestar a disposición de los emigrantes residentes en Estados Unidos”.


Los inmigrantes indocumentados pagaron 8 mil 889 por persona en impuestos federales, estatales y locales en Estados Unidos durante 2022. En otras palabras, por cada millón de inmigrantes indocumentados que residen en el país, los servicios públicos reciben 8.9 mil millones en ingresos fiscales adicionales, expone un estudio del Institute on Taxation and Economic Policy. Más de un tercio del dinero en impuestos pagado por los inmigrantes indocumentados, de hecho, se destina a impuestos sobre la nómina destinados a financiar estos programas a los que no pueden acceder.


"Si no tienes papeles, no puedes parar; tienes que seguir trabajando", relató en diciembre pasado José Carlos Silva a Los Angeles Times. José cruzó la frontera en 1994, huyendo de una crisis económica en México. Como él, destaca el LA Times, 10.5 millones de inmigrantes que se encuentran en Estados Unidos sin autorización llevan décadas trabajando en EU teniendo hijos y construyendo sus vidas. Un número cada vez mayor se acerca a la edad de jubilación. Y muchos tienen dificultades.


Las cifras que expone la Red Nacional de Jornaleros indican que solo el 24 por ciento de los encuestados mayores de 65 años se han jubilado, y de ellos, el 72 por ciento padece una discapacidad que les impide trabajar, lo que sugiere que habrían continuado trabajando de no ser por ella. Una cuarta parte de estos encuestados afirma que la discapacidad se debe a un accidente, una lesión o una enfermedad crónica causada por su trabajo, lo que exhibe las condiciones laborales físicamente difíciles y, a menudo, peligrosas que soportan muchos inmigrantes indocumentados.



La principal razón por la que las personas de 65 años o más siguen trabajando es para apoyar económicamente a sus familiares. “Sin embargo, la necesidad constante de brindar asistencia financiera a sus familias es solo una dimensión de la inseguridad económica que enfrentan los inmigrantes indocumentados de mayor edad. Entre los encuestados de 65 años o más, solo el 2.5 por ciento declara tener una pensión que les permita jubilarse, mientras que el 89 por ciento declara no tenerla y el 8 por ciento no está seguro”.


“Ante la falta de una pensión, pocos encuestados mayores de 65 años creen poder recurrir al apoyo de sus familiares en la vejez; tan solo el 10 por ciento de quienes no tienen pensión indica que sus familias podrían cuidarlos una vez que dejen de trabajar. Debido a esta inseguridad financiera, solo el 2.4 por ciento de los inmigrantes indocumentados mayores de 65 años afirma tener suficiente dinero para cubrir sus gastos básicos durante la jubilación, el 1.6 por ciento tendrá recursos para cubrir sus gastos médicos y tan solo el 1.2 por ciento tendrá suficiente dinero para el resto de su vida”.

Además, muchos inmigrantes indocumentados mayores de México actualmente enfrentan dificultades económicas.


Entre los encuestados de 65 años o más, el 28 por ciento confesó haber comido menos de lo que debía porque no había suficiente dinero para comida, y el 34 por ciento dijo no podía permitirse comer comidas saludables. Más de uno de cada diez encuestados había pasado hambre porque no podía conseguir comida.


En términos de vivienda, el 19 por ciento dijo tener una vivienda estable, el 72 por ciento, una vivienda insegura que les preocupa perder en el futuro, y el 8 por ciento no tiene un lugar fijo donde vivir: se alojan temporalmente con otros, en un hotel o refugio de emergencia, viven a la intemperie o en un automóvil. “Con respecto a la salud física de los encuestados de 65 años o más, el 10 por ciento informa que tiene una salud excelente, el 18 por ciento dice tener una salud muy buena o buena, el 45 por ciento dice tener una salud regular y el 27 por ciento dice tener una salud mala”.


“Nunca pensé que sería millonaria, pero esperaba tener una casa y no me faltaría nada”, dijo en ese sentido al LA Times la migrante mexicana Teresa Reyes, quien dejó hace 31 años su pequeño pueblo en Michoacán. Reyes, ahora de 70 años, pasó décadas ganando el salario mínimo en una fábrica de ropa en Pasadena. A veces, sus jefes le pagaban menos de lo que le debían, sabiendo que, al no tener estatus legal, tenía pocas opciones para quejarse. “No era vivir”, dijo Reyes al LA Times. “Era sobrevivir”. Hoy vive en Pasadena con su hermana de 64 años, compartiendo una habitación alquilada por 500 dólares al mes. “Me siento triste. Siento que fracasé por no lograr lo que esperaba”.


El estudio “Migración, trabajo y jubilación: el caso de las poblaciones de origen mexicano” elaborado por Emma Aguila, Zeewan Lee y Rebeca Wong expone que Dado que la población hispana de mayor edad crece a un ritmo mayor que la de otros grupos raciales en Estados Unidos, de acuerdo con cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos, la pobreza podría aumentar entre los adultos mayores estadounidenses en las próximas décadas.


“Una de las razones de la mayor inseguridad económica de los adultos mayores hispanos es el aumento de la desigualdad económica en las últimas décadas. Desde 1970, el ingreso medio hispano ha sido inferior al de los blancos no hispanos en los niveles de ingresos bajos, medios y altos. Esta creciente brecha podría deberse a una mayor proporción de hispanos que trabajan en empleos mal remunerados con menos prestaciones, a menudo debido a su menor nivel educativo. Los hispanos en EU. también tienen una baja participación en planes de jubilación patrocinados por sus empleadores, ya que no muchos trabajan con empresas que ofrecen dichas prestaciones”, expone el estudio.

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