Policías y soldados estadounidenses controlan tráfico de drogas, revela investigación
- Redacción/Más Mexicanos Que Nunca
- 4 ago
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Actualizado: 5 ago

Mientras Donald Trump arremete contra el Gobierno mexicano, al afirmar que sus esfuerzos son insuficientes para evitar que los cárteles mexicanos introduzcan a ese país toneladas de droga, el periodista Seth Harp revela en su libro The Fort Bragg Cartel, cómo una extensa y “violenta red de narcotráfico” compuesta por militares estadounidense tiene sometido al ejército y a las corporaciones de seguridad de ese país, permitiendo la expansión y permanencia del tráfico ilegal de estupefacientes desde otras naciones, principalmente, desde México.
El lanzamiento de The Fort Bragg Cartel se tiene previsto para el próximo 12 de agosto, pero la revista Rolling Stone publicó un “extracto exclusivo” del libro de Harp, en el que se evidencia la implicación de las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos, particularmente de la base militar Fort Bragg, en Carolina del Norte, y el Cuerpo Aerotransportado en una amplia red de narcotráfico, que ha favorecido la expansión y el mantenimiento de los cárteles mexicanos de la droga.
A través del testimonio, retomado, de un expolicía estatal de Carolina del Norte, quien también se desempeñó como agente del grupo de trabajo de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), identificado como Freddie Wayne Huff II, se revela la extensa red de narcotráfico y corrupción que está inserta en las corporaciones de seguridad de la Unión Americana.
De acuerdo con la investigación que hace Harp, todo se desencadenó con el asesinato de dos “soldados de operaciones especiales de élite” en diciembre de 2020, cuyos cuerpos fueron localizados en el bosque de Fort Bragg. Se trataba de “William ‘Billy’ Lavigne II, un operador de Delta Force en servicio activo, y el suboficial jefe Timothy Dumas Sr., un soldado de logística y suministro adscrito al Comando Conjunto de Operaciones Especiales de élite”, señala el texto.
Aunque tras años de investigación, las autoridades estadounidenses señalan a un presunto responsable de los dos homicidios, quien está a la espera de su juicio luego de que se declaró inocente, también se sospecha del exagente Freddie Wayne Huff II, quien tras terminar la preparatoria “se unió a la policía de Lexington”, en la que se distinguió por ser un policía muy comprometido por su labor, lo cual lo llevó a ir ascendiendo profesionalmente, momento en que se percata del involucramiento del personal se Seguridad en el narcotráfico.
“Rápidamente se distinguió como un joven oficial canino altamente motivado, con una habilidad sobrenatural para encontrar dinero de drogas en los controles de tráfico. Muchos correos de los cárteles, de paso por Carolina del Norte, perdieron sumas de cinco o seis cifras a manos del oficial Huff, un hombre blanco alto, corpulento, de piel rosada, ojos entrecerrados y un corte de pelo alto y ajustado”, se señala en el extracto del libro.
Sin embargo, al llegar al Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC) de la DEA, en 2009, uno de sus compañeros, identificado como Culberson, quien, en una especie de advertencia, le dice que todo su buen trabajo “es en vano”, lo que más adelante comprobará personalmente, aunque sí logra interpretar que “el gobierno estadounidense podía detener el flujo de drogas (... ) pero optaba por no hacerlo”, pese a lo cual continúa con su trabajo “como agente antinarcóticos”.
Después de que en 2010, Huff regresa “a la policía en Lexington”, en donde, según sus propios cálculos, logra grandes incautaciones de dinero, alrededor de nueve millones de dólares, el agente es ascendido “a la Patrulla Estatal de Carreteras en 2013”, puesto en el que sólo duró un año, “a pesar de su excelente desempeño”, ya que en marzo de 2014, Huff logra detener a un ejecutivo de seguros de la ciudad de Asheville, por conducir en estado de ebriedad.
Tal detención marcaría el destino de Freddie Wayne Huff II, ya que el ejecutivo de seguros lo amenazó con que le haría perder su trabajo si lo multaba, pese a lo cual, el agente cumplió su trabajo sin saber que el detenido “era donante del entonces gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory”, por lo que, en efecto, antes de cumplirse el mes de ese suceso, el policía perdió su trabajo, lo que creó un gran resentimiento en él.
“Ser despedido sumariamente por multar a un amigo del gobernador, según Huff, lo dejó resentido con la profesión policial. ‘Cuando me despidieron’, dijo, ‘lo perdí todo. Perdí mis certificaciones. Perdí mi estatus de testigo experto. Me pusieron en la lista negra’”, señala el relato del expolicía recogido en The Fort Bragg Cartel, en el que refiere que en ese momento recordó “las cínicas palabras de Culberson sobre el verdadero poder del narcotráfico mundial”.
Al quedarse sin su trabajo como policía, Wayne Huff se dedicó a la compra y venta de electrodomésticos dañados y defectuosos en donde conoció a los hermanos Treviño Morales, quienes encabezaban el cártel mexicano de los Zetas, con quienes se alió para el tráfico de cocaína, actividad en la que echó mano de sus conocimientos policiacos, para burlar a las autoridades estadounidenses, y en la cual se le unieron varios de sus excompañeros agentes.
“Envolvía los kilos en toallas de taller empapadas en amoníaco, los sellaba al vacío en plástico y luego repetía el proceso, envolviendo los ladrillos en múltiples capas de seguridad de un químico extremadamente penetrante que los perros harían cualquier cosa por evitar. Para burlar las máquinas de rayos X, consiguió un tráiler cuyo eje diferencial trasero había sido ahuecado y revestido con plomo, un trabajo personalizado que costó 50 mil [dólares]”, señala el extracto de The Fort Bragg Cartel.
“En la cúspide de su carrera criminal, Huff transportaba entre 50 y 100 kilos de cocaína cada siete o diez días, lo que lo colocaba entre los principales traficantes de Estados Unidos”, señala el texto, en el cual también se recuerdan las palabras que Rubén Treviño Morales le dijo a Huff: “Eres el chico blanco más rudo que he conocido”, habría dicho el capo mexicano al expolicía estadounidense.
Ya como narcotraficante, Freddie también comprobó que los elementos del ejército estaban involucrados en el tráfico y consumo de drogas, específicamente quienes integraban la base militar Fort Bragg, ya que por un tiempo les surtió del producto. Además, fue testigo de cómo los militares tienen una importante participación en la venta ilegal de armas, de las que muchas llegan a manos de los cárteles mexicanos del narcotráfico, los mismos que el Presidente Trump insiste en combatir desde el territorio mexicano.
“Soldados, marineros, aviadores e infantes de marina estadounidenses participan significativamente en ese ‘río de hierro’ clandestino que mantiene a los cárteles paramilitares de México, especialmente a Los Zetas y sus descendientes, mejor abastecidos que el gobierno mexicano con ametralladoras de grado militar, granadas, bazucas antitanque, cañones rotatorios montados en helicópteros llamados miniguns y explosivos plásticos, así como óptica láser avanzada y gafas de visión nocturna”, señala el texto de Harp.
Esto, gracias a los negocios que estableció con Timothy Dumas, quien era el vínculo con "una organización de narcotráfico dentro del ejército", integrada, según el extracto publicado en Rolling Stone, por “soldados de las Fuerzas Especiales que se habían pasado al lado oscuro durante sus despliegues en Afganistán”. Eran ‘asesinos entrenados, que ya habían matado gente’, dijo Huff”, según lo publicado por la revista estadounidense, en la que también se detalla el destino de la droga.
“Los paquetes de cocaína que le pasaba [Wayne Huff] a Dumas se distribuían a su vez entre el grupo, [al que el expolicía calificó de] una confederación de traficantes semiindependientes en Fayetteville y sus alrededores”, quienes, además, robaban armamento del ejército estadounidense para venderlo en el mercado negro. Incluso, en el extracto se recuerda una investigación de Associated Press, que en 2021 reveló el caso de una “pistola robada de Fort Bragg que se utilizó en cuatro tiroteos en Nueva York. El soldado que la desvió al mercado negro nunca fue identificado”.
En el texto publicado por la revista Rolling Stone también se menciona el nombre de Will Lavigne, un sujeto muy allegado a Dumas, quien en palabras de Wayne Huff "Distribuía metanfetamina y cocaína" en el propio Fort Bragg y "al personal militar de Fayetteville y sus alrededores". Lavigne fue el mismo sujeto que años después se encontró sin vida junto al suboficial jefe Timothy Dumas en el bosque de Fort Bragg y que es el parteaguas de la investigación periodística de Seth Harp.
De acuerdo con lo publicado por el portal Creative Artists Agency, The Fort Bragg Cartel es una reconstrucción que Harp hace de las transcripciones de juicios y registros policiales, con el objetivo de exponer “los flagrantes encubrimientos y la complicidad de las fuerzas del orden que han ocurrido en Fort Bragg en los últimos años”, para lo cual retoma “cuatro casos de asesinato interconectados y relacionados con las drogas. Harp desvela una cruda historia del narcotráfico en el Ejército, el lado oscuro de las organizaciones militares más prestigiosas de
Desde su primer campaña presidencial, Donald Trump ha afirmado reiteradamente que el Gobierno de México no hace nada para combatir a los cárteles de la droga responsables de trasiego de sustancias ilícitas a territorio estadounidense, sin embargo, el libro de The Fort Bragg Cartel deja ver cómo las propias autoridades de la Unión Americana permiten la permanencia y expansión del narcotráfico, mediante la participación activa en el mismo por parte de sus elementos.




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