“Somos chinos. No nos rendiremos”. Así se preparó el gigante rojo para pelear con EU
- Redacción/Más Mexicanos Que Nunca
- 25 abr
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Mientras el Presidente Donald Trump intenta imponer mano dura en su guerra comercial con Xi Jinping, se enfrenta a un adversario que ha armado a China para una larga y potencialmente dolorosa batalla en su contienda con Estados Unidos (EU), dice The Wall Street Journal.
Apenas ayer, en un reportaje a gran escala, The New York Times narraba: “El arma secreta de China en la guerra comercial es un ejército de robots industriales, impulsados por inteligencia artificial, que han revolucionado la manufactura. Las fábricas se están automatizando en toda China a un ritmo vertiginoso. Con ingenieros y electricistas a cargo de flotas de robots, estas operaciones están reduciendo el costo de fabricación y mejorando la calidad”.
“Como resultado, las fábricas chinas podrán mantener bajos los precios de muchas de sus exportaciones, lo que les da una ventaja en la lucha contra la guerra comercial y los elevados aranceles del Presidente Trump. China también se enfrenta a nuevas barreras comerciales por parte de la Unión Europea y países en desarrollo, desde Brasil e India hasta Turquía y Tailandia”, agregaba el trabajo del Times.
En las semanas transcurridas desde que el Presidente Trump –quien va cayendo en las encuestas– impuso por primera vez aranceles exorbitantes a China, Pekín ha respondido con desafío.
Una portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino publicó en X imágenes de 1953 de Mao Zedong prometiendo luchar hasta el final contra las fuerzas lideradas por Estados Unidos en la Guerra de Corea.
“Somos chinos”, escribió. “No nos rendiremos”.
“La publicación de Mao y otros mensajes de Pekín resaltan lo que China considera una de sus principales ventajas frente a Estados Unidos: si bien Trump y sus partidarios republicanos son vulnerables a los caprichos del electorado estadounidense, el partido que Mao construyó está profundamente arraigado, habiendo mantenido el poder durante más de siete décadas a pesar de la guerra, la hambruna, la agitación política y las crisis financieras”, dice el texto de The Wall Street Journal, que firma Josh Chin, corresponsal global sénior.
“Xi no se duerme en los laureles. Desde una guerra comercial previa durante el primer Gobierno de Trump, ha intensificado su control sobre el liderazgo del país y ha invertido generosamente en reforzar las herramientas autoritarias que sustentan la longevidad del partido, incluyendo mejoras en los sistemas de censura y vigilancia más sofisticados del mundo. El líder chino quiere endurecer su país específicamente para una confrontación con Estados Unidos, instando a los funcionarios a participar en lo que él llama ‘pensamiento de escenarios extremos’”, añade el Journal.
Trump ya ha adoptado un tono más conciliador esta semana, afirmando que quiere entablar negociaciones con Pekín y que está dispuesto a reducir los aranceles del 145 por ciento que impuso a China en su segundo mandato. Pero la Casa Blanca no ha revelado qué espera lograr en última instancia en las negociaciones con China. “Cualquier intento de reducir significativamente el déficit comercial de 295 mil millones de dólares de Estados Unidos requeriría que China cambiara radicalmente su modelo económico”, dice el periodista.
La democracia explicada
“Con Xi, Trump se enfrenta a una figura igualmente pugilística. Incluso antes de asumir el poder, Xi atacó duramente a los ‘extranjeros con la barriga llena y sin nada mejor que hacer’ que tuvieron la temeridad de criticar a China. Ha declarado repetidamente su convicción de que la era del dominio estadounidense está llegando a su fin, debido en gran parte a los excesos capitalistas de la economía, impulsada precisamente por el consumo, que Estados Unidos pretende imponer a China”, se lee en The Wall Street Journal.
“Mientras que la administración Trump está dividida por facciones y abraza el caos, Xi se ha centrado en la estabilidad. Eliminó los límites de mandato en 2018 y ha empleado una incesante ofensiva contra la corrupción para centralizar el poder en mayor medida que cualquier otro líder desde Mao. Además, ha dotado a la alta dirección del partido de funcionarios con experiencia en propaganda y seguridad, quienes han priorizado la protección de China contra el riesgo de la disidencia masiva”, reporta el texto de WSJ.
El ejército de robots
Por su parte, el reportaje de The New York Times dice que las fábricas están ahora más automatizadas en China que en Estados Unidos, Alemania o Japón. China tiene más robots de fábrica por cada 10 mil trabajadores manufactureros que cualquier otro país, excepto Corea del Sur o Singapur, según la Federación Internacional de Robótica.
“El impulso de automatización de China ha sido guiado por directivas gubernamentales y respaldado por una enorme inversión. Y a medida que los robots reemplazan a los trabajadores, la automatización posiciona a China para seguir dominando la producción en masa, incluso a medida que su fuerza laboral envejece y se muestra menos dispuesta a aceptar empleos industriales”, explica.
Los robots están reemplazando a los trabajadores no sólo en las fábricas de automóviles, sino incluso en los miles de talleres clandestinos de China. “El taller de Elon Li en Guangzhou, el centro comercial del sureste de China, cuenta con 11 trabajadores que cortan y sueldan metal para fabricar hornos y barbacoas económicos. Ahora se dispone a pagar 40 mil dólares a una empresa china por un brazo robótico con cámara. El dispositivo utiliza inteligencia artificial para observar cómo un trabajador suelda los laterales de un horno y luego replica la acción con mínima intervención humana”, señala el diario estadounidense.
“Hace tan sólo cuatro años, el mismo sistema sólo estaba disponible en empresas extranjeras de robótica y costaba casi 140 mil dólares”, indica.
Las empresas más grandes apuestan mucho más por la automatización. En Ningbo, una enorme fábrica de Zeekr, un fabricante chino de coches eléctricos, contaba con 500 robots cuando abrió hace cuatro años. Ahora hay 820 y se planean muchos más, señala el Times.
“Con alegres melodías de Kenny G para advertir a la gente de su llegada, carros robot transportan lingotes de aluminio a un ascensor automatizado, que eleva los bloques de metal a un horno en la parte superior de una máquina de fabricación china de 12 metros de altura. Una vez fundido, el aluminio se moldea en la forma de diversos paneles de carrocería y otros componentes. Más carros robot, y algún que otro humano conduciendo una carretilla elevadora, llevan los componentes a un almacén”, detalla.
“Un número aún mayor de robots lleva los paneles a la línea de montaje, donde cientos de brazos robóticos, trabajando en equipos de hasta 16 personas, realizan una compleja danza para soldarlos y formar las carrocerías. El área de soldadura es una llamada fábrica oscura, lo que significa que los robots pueden operar sin trabajadores y con las luces apagadas”, apunta.
The New York Times dice en este reportaje que las fábricas chinas aún emplean a legiones de trabajadores. “Incluso con la automatización, son necesarios para comprobar la calidad e instalar algunas piezas que requieren destreza manual, como los arneses de cableado. Hay cosas que las cámaras y los ordenadores no pueden hacer por sí solos. Antes de pintar los coches, los trabajadores aún los repasan con guantes y lijan cualquier pequeña imperfección”;
“Sin embargo –concluye—, algunos de los pasos posteriores del control de calidad también se están automatizando con la ayuda de la inteligencia artificial. [...] La automatización ha amenazado e incluso eliminado empleos en todo el mundo durante más de un siglo, frenando a menudo su crecimiento. En China, existen menos obstáculos que prácticamente en cualquier otro lugar. China carece de sindicatos independientes, y el control del Partido Comunista prácticamente no deja margen para la disidencia”.
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